Desear un hijo
Cada persona suele tener una idea del padre o madre que quiere ser. Como así también del padre que por ningún motivo querría convertirse. Ya desde la infancia muchas niñas y algunos niños, han imaginado, jugado, pensado sobre el futuro rol. Otros tal vez han jurado en la adolescencia no repetir algunas cosas de sus propios padres.
En la búsqueda del embarazo aparecen con más intensidad todas las fantasías con respecto a la paternidad/maternidad. Muchos se preguntan como se desenvolverán como progenitores, si podrán hacerlo “bien”. Si serán capaces de entender a sus hijos, ofrecerles lo que necesiten, saber como ayudarles cuando tengan inconvenientes. También fantasean cómo podrá ser el pequeño, a quién se parecerá, será alegre, curioso. El niño existe en los pensamientos de los padres desde mucho antes del embarazo.
«Miradla. Miradla bien,
camina hinchada de sueños y de promesas…
miradla que bien le sienta la primavera.»
De parto. Joan Manuel Serrat
Un niño llega con su equipaje propio
A veces un niño llega luego de una extensa búsqueda, tal vez dolorosa y llevada en silencio. Otros casi que llegan apurados. Algunos luego de un largo proceso de adopción, otros ayudados por los avances científicos de la actualidad. Cada bebé ya viene a incluirse en una historia que le precede, que se va escribiendo desde mucho antes que su mamá o papá lo acojan en sus brazos.
La llegada de un niño es una experiencia única, profunda, que se vive de una manera singular en cada miembro de la familia. El hijo viene a crear una familia, a dar un nuevo sentido a la pareja. Viene a asignar roles mamá, papá, abuelos, tíos, primos y llega también a a ocupar un lugar en la constelación familiar. Será la primer niña, o sera el nieto preferido, el compinche de su tía, el hermano que acompañe. Se le asigna un nombre, se le da un espacio, se le depositan ilusiones, esperanzas.
«Vos sabés como te esperaba
cuanto te deseaba
no si, vos sabés…Vos sabés, que a veces hay desencuentros
pero cuando hay un encuentro,
de dos almas trae luz…»
Vicentico (1999) Vos sabés
¿Desear o querer un hijo?
En el discurso común puede confundirse desear un hijo con querer un hijo. Muchas veces se escucha referirse a los niños como deseado o no deseado. Usando el “deseado” como sinónimo de planificado y “no deseado” como equivalente a inadecuado, accidental. La expresión de tener o traer al mundo un hijo hace referencia a la voluntad deliberada y a la aspiración consciente. Pero, el deseo, como todo deseo es inconsciente desde el Psicoanálisis. Por eso, en la historia de un niño no importa tanto si ha sido buscado intencionalmente, sino para qué ha sido deseado. Deseo desde un anhelo muy íntimo desconocido hasta para los propios padres.
Desear a un hijo desde el respeto por su individualidad le permitirá crecer física y psíquicamente. Fortalecerá su autoestima, le dará herramientas para desarrollar un pensamiento propio, para poder ser quien quiera ser. Pero a veces algunas aspiraciones pierden de vista la subjetividad del niño y pueden ser muy pesadas de cargar limitando el desarrollo psíquico como sujeto de su propio deseo. ¡Vendrá a hacer feliz a mamá! Tendrá que ser el salvador de una pareja que se resquebraja. Se espera de él que supla alguna pérdida, que realice lo anhelado por papá o algo que mamá no pudo realizar.
Ajuste de ilusiones
Los padres, al nacer el hijo -o entrega en la adopción-, comenzarán todo un recorrido de conocimiento mutuo y de aceptación en la discordancia entre el hijo de las ilusiones y el niño de la realidad. Entre el padre de sus pensamientos y el que buenamente puede ser. Los padres deberán estar dispuestos a aceptar lo desconocido que es un hijo. Tendrán que emprender una búsqueda de entendimiento durante toda la vida ya que se trata de un ser humano, que crece, que genera nuevas perspectivas y plantea constantemente nuevos desafíos. Así, podrá darse la aceptación, comprensión y respeto a las particularidades de cada hijo.
La implicación con respecto al niño despierta todas las resonancias inconscientes, así como al niño que uno mismo fue. Aparecen recuerdos, anécdotas de la infancia, de los propios padres. Aspectos que -el Psicólogo formado en Psicoanálisis- puede ayudar a reconocer como pueden estar afectando en la manera de relacionarse entre padres e hijos.