La adolescencia, una oportunidad de confirmación en la adopción
La adopción ofrece diversas oportunidades, tanto para el niño/a como para la familia que lo acoge. Pero también, dada la complejidad que se juega en este encuentro, requiere que cada miembro de la familia se enfrente a diversos desafíos ligados a las distintas etapas de la vida.
Los retos a los que nos enfrentamos en las adopciones siempre llevan una marca singular. Y ante ellos, cada miembro de la familia (madre, padre, hermanos ….) se verá confrontado a descubrir sus propios modos de posicionamiento para conseguir salir fortalecidos.
Se suele hacer más hincapié al momento del primer encuentro, o al período de adaptación mutua, en donde comienza a construirse el primer vínculo entre la familia y el niño o niña. Sin duda es esta una etapa trascendental, pero será en la adolescencia, con todo el trabajo de reorganización psíquica que conlleva el momento propicio para posibilitar la confirmación de parte del niño de la adopción aceptada en la infancia. Según el modo como se transite la adolescencia, dará lugar a un desarrollo mayor o menor de la autonomía y caracterizará los modos de relacionarse en la familia en la adultez.
La adolescencia y sus oportunidades
La adolescencia como etapa evolutiva presenta ciertas características específicas que puede posibilitar una nueva oportunidad de reorganización psíquica. Es en está etapa en donde los adolescentes (sean adoptados o no) se ven expuestos a plantearse y/o replantearse su historia de vida, sus modelos identificatorios, su lugar en el mundo. Deben dejar su identidad infantil y construirse una identidad nueva, adulta. Para ello, el chico adolescente tendrá que realizar un gran trabajo psíquico de elaboración de diversos duelos: duelo de su cuerpo infantil perdido, de su identidad infantil y de los padres de su infancia. (Knobel, Aberastury)
La transición adolescente la podemos pensar como una verdadera «turbulencia emocional» (en palabras del psicoanalista W. Bion). Una confusión de emociones y sensaciones, un alboroto de vivencias, una perturbación que viene a despertar al joven del impasse de la latencia. Como toda turbulencia, coge por sorpresa y genera confusiones y temores, no permite seguir como si nada, todo entra a tambalearse hasta que poco a poco se puede recobrar la calma. Y en medio de este torbellino emocional los adolescentes tienen que construir su propia historia personal que incluya a sus orígenes para poder establecer nuevos vínculos e identificaciones que le permitan adquirir su sexualidad genital adulta y le den lugar a su individuación.
Todo este trabajo psíquico brinda la posibilidad de elaboración de traumas anteriores y posibles déficit en el desarrollo en los adolescentes, y especialmente en los adolescentes adoptados. El modo como estos se vivan y resuelvan va a dejar sus huellas en todo adulto.
La importancia del origen en al adopción
«La verdad es lo que nos concierne, ineludiblemente, inevitablemente,
aunque no tengamos idea de qué es verdadero y qué no lo es». Wilfred R. Bion
Todo niño tiene interés sobre sus orígenes: ¿Cómo fue de pequeño?, ¿Cómo se origina la vida?, ¿Cómo se nace?. Interrogantes que lo llevan a construirse sus propias teorías infantiles sobre la sexualidad. Teorías que serán fundamentales en su desarrollo. En la etapa de latencia este interés será puesto en deseo de conocer del mundo. Su investigación sobre la vida -sexualidad- quedará relegado a la espera de la etapa adolescente donde se da una nueva oportunidad de conectar con su propia capacidad creadora.
El adolescente con su sexualidad en plena ebullición necesita saber sobre sus padres, sobre el deseo de éstos para con él, el lugar que ocupó su adopción en la pareja y la familia para así resituarse en la vida. (Martín) Para los chicos adoptados esta necesidad de búsqueda y respuesta de sus orígenes, puede activar en los padres adoptantes un gran temor. Sobre todo si es entendido este deseo de saber desde una perspectiva únicamente de los hechos externos, con vivencias de abandono de la familia actual. Así, puede dar lugar a una serie de desencuentros entre padres e hijos, que pueden obstaculizar el proceso de integración subjetiva de sus raíces, su raza, país de origen y el mundo en el que vive.
En este punto pueden aparecer posiciones de rebeldía del adolescente o construirse ciertos tópicos en temas tabú, que congelen la posibilidad de sentirse sujeto de su propia historia. A veces, se observan actuaciones, somatizaciones y adicciones de distinta gravedad. Señales que pueden estar mostrando dificultades de aceptación y que pueden convertirse en una huida entre padre e hijos, más que en una consolidación de la adopción. (Martín)
El equipaje de vida del niño adoptado
Las vivencias traumáticas que el niño pueda haber vivido, que han dejado sus señas en el inconsciente, están allí, y es importante recordar que no pueden ser suplidas, ni compensadas por los mejores padres adoptantes. Es parte de una etapa de su historia y no puede borrarse, ocultarse o negarse.
Un paciente adolescente que desconocía importantes sucesos de su historia, describía su vivencia subjetiva de un modo sumamente gráfico y esclarecedor: «ser adoptado es como tener/ser una bicicleta con ruedas nuevas pero sin manillar.» Se puede estar muy cómodo, contar con un medio de trasporte tal vez ágil y liviano, pero ¿cómo conducir conducirse en su camino de la vida sin poder contar con manillar?, ¿cómo elegir la ruta?, ¿cómo evitar chocar, esquivar riesgos o poder dar utilidad? Tal vez estamos ante historias, siempre subjetivas, que requieren algo más de dedicación, práctica, destreza, equilibrio y un gran dominio del centro de gravedad para lograr avanzar como si de un monociclo se tratase.
Este pequeño ejemplo nos confronta con que en éstos chicos no podemos pasar por alto que siempre quedará un aspecto de su historia pérdida, desconocida, enigmática que requerirá un gran trabajo de integración de ciertos aspectos incomprensibles de su infancia. Es en estas circunstancia en donde la escucha y la contención que el espacio terapéutico ofrece a los niños puede contribuir a encontrar modos de expresar y elaborar los aspectos más dolorosos, desconocidos, e inquietantes de su propia historia.
La novela familiar
«En el individuo que crece, se desasimiento de la autoridad parental es una de las operaciones más necesarias, pero también dolorosas, del desarrollo» (Freud) Una etapa caracterizada por la oposición entre generaciones, en donde el chico compara a sus padres y sus características con las de otros padres a los que también conoce, comienza a interrogarse sobre todas las bondades antes por él adjudicadas, aspectos sostenidos en intensas mociones de rivalidad sexual.
Las ocasiones en las que se ha sentido relegado y ha echado de menos el amor de los padres, o ha sentido de que ha no ha sido correspondidos en plenitud sus inclinaciones le llevan a plantearse -no siempre de un modo consciente- la posibilidad de tener otros padres a los que fantasea como unos padres que sustituyen a los suyos menospreciados dotados de mayor prestigio. A este estadio Freud lo ha denominado «novela familiar».
Con esta expresión que utiliza para designar fantasías mediante las cuales el sujeto modifica imaginariamente sus lazos con su padres (imaginando por ejemplo, que es un niño encontrado) Tales fantasias tienen un fundamento en el complejo de Edipo. (Laplanche, Pontalis)
¿Qué nos encontramos en los chicos adoptados? La novela familiar en estos casos presenta dos vertientes: una en relación a sus padres biológicos; y otra vinculada a los padres adoptantes.
La comprensión de los padres en la adolescencia
D. Winnicott, psicoanalista británico, consideraba que los adolescentes no llegan a ser adultos mientras no haya un adulto que se muestre como tal frente a ellos. En donde es necesario que los padres puedan mantenerse en su sitio, para responder ante su hijo que les está probando y probándose a sí mismo. Intentos que ansían encontrar un adulto que los cuide, los acepte y los contenga. Por eso, esta etapa servirá de fortalecimiento si el adolescente puede ser comprendido, aceptado y contenido por el ambiente que le rodea y en especial por sus padres.
Para que el desarrollo adolescente no quede bloqueado, el chico necesitará que sus padres adoptivos puedan comprender su mundo interno. También requerirá que sus padres puedan ayudarle en la transcripción de los hechos -no en cuanto datos o personas- sino, brindándole la posibilidad de pensar, vivir y compartir con ellos su historia, su vida, sus orígenes; resignificando su historia y comprendiendo sus afectos. Los padres podrán acompañar en este pasó difícil, si ellos mismos han podido realizar sus propios duelos con respecto a la adopción.
Por todas estas características, la adolescencia puede representar el momento privilegiado para que los padres adoptantes, confirmen su vínculo afectivo asumido en la infancia para con su hijo. De esta manera, ayudan a su hijo a enlazar su historia anterior a la actual vivida en la familia adoptiva; también de este modo, será el propio hijo quién confirme su adopción aceptada en la infancia.
Citas y bibliografía de referencia:
Bion, W. “Diccionario de la obra de W. Bion”, R López Corvo. Ed. B. Nueva /A.P.M.
Freud, Sigmund. “La novela familiar del Neurótico”. (1908) Obras completas Tomo IX. Ed. Amorrortu. (1986)
Winnicott, D. “Realidad y Juego” (1971).Ed. Gedisa. (1972).
Cid, M. y Pérez Galdós, S. (Coords.) “La adopción. Un tema de nuestro tiempo.” Ed. B. Nueva /A.P.M. (2006)