¿Mejor no hablar de ciertas cosas?
Temas complejos de hablar con los niños
Mejor no hablar de ciertas cosas… se llamaba una canción muy popular(1), poniendo de relieve el intento de evitar el sufrimiento no mencionándolo. Existe la creencia de que a los niños se les puede evitar el sufrimiento ocultándoles situaciones que están viviendo. A veces se trata de intentos de maquillar verdades aplastantes, verdades imposibles de evitar y que el niño percibe a pesar de todo. Divorcio, pérdidas, enfermedades, migración suelen ser temáticas complejas de compartir y conversar para algunas familias.
Son muchos los padres que hablan de la capacidad de comprensión que tienen sus hijos, de todo lo que preguntan de muchos temas y a la vez con respecto a los temas dolorosos aparece la fantasía de que viviese ajeno, «de que no se entera». ¿Por qué se da esta contradicción?
- Tal vez tenga que ver con un deseo, de que realmente el niño no sufra… pero esto es inevitable. Un divorcio, la pérdida de un ser querido, una enfermedad tienen un gran impacto en su realidad cotidiana y no pasan desapercibidos para el niño.
- Hacer como que no pasa nada con el niño puede dar la ilusión en el adulto por momentos de que eso no pasó o no está ocurriendo, tal vez como un modo de prolongar la aceptación de la realidad dolorosa que se vive.
Mas allá de los motivos que lleven a algunos padres a no hablar con sus hijos de situaciones que están atravesando, lo que si es evidente para los psicólogos que trabajamos con niños es que los niños se enteran y mucho y la falta de palabra o entendimiento genera numerosas consecuencias.
¿De qué se enteran los niños?
De todo. A su manera, con su capacidad de comprensión característica de cada edad. Desde su pensamiento infantil -según la edad- caracterizado por la magia, el egocentrismo, el animismo y la omnipotencia.
Registran el mal humor de papá, el estado de ánimo de mamá, los silencios, los cambios en sus rutinas, los supuestos detalles: mamá no se maquilla, la abuelita no viene a visitarme, papá ya no está tanto en casa, mi hermano llora mucho y no juega como antes.
¿Que temas presentan dificultades frecuentes para hablar con los niños?
He seleccionado algunas viñetas de mi experiencia de trabajo terapéutico que dan cuenta de los temas que suelen ser más complejos de conversar con los hijos para algunos padres. Los ejemplos que expongo a continuación no pueden tomarse como reglas que siempre sucedan, pero si suelen ser los temas sobre los que los niños demandan conversaciones profundas. Más allá de que cada dificultad recibió la valoración específica y a cada niño y/o familia se le ofreció la ayuda correspondiente con su situación, éstos recortes clínicos nos sirven para pensar como en lo que se refiere a comunicarnos entre padres e hijos siempre representa un reto a conseguir. ¿Cómo nos entendemos? ¿Nos entendemos?, ¿De qué hablamos cuando hablamos?, ¿Partimos de iguales supuestos?, ¿Podemos hablar sin un nudo en al garganta? Para conservar la confidencialidad de cada familia los nombres han sido modificados y no se presentan detalles que pudiesen dar lugar a reconocerlos.
Ejemplo: 1) Nacimiento de un hermano.
Pedro un niño de cinco años llega a la consulta con su mamá embarazada de 8 meses. Los motivos por los que llega pareciera que nada tienen que ver con esto. La evidente dificultad de su mamá para moverse y ocuparse de ciertas cosas del niño que solía realizar antes del embarazo me llevan a preguntar a su madre en una entrevista al respecto. A lo que la mamá me responde: “Él no sabe (del hermanito). Él no se entera de nada…¿Para qué decirle aún?”
Ejemplo: 2) Adopción.
Marta una niña de 10 años viene a terapia por unos estallidos de agresividad que presenta en su casa con su mamá. Al escuchar a sus padres en la entrevista diagnóstica me cuentan que es una niña que presenta graves inhibiciones escolares y dificultades en su integración escolar y social. Al final de la entrevista con los padres, mientras salían por la puerta, quitandole importancia su padre comenta: “¡No le dije a usted: Ella es adoptada, la trajimos de…. pero no se acuerda nada, era muy pequeña.”
“Ya sabe todo, le hablé ni bien llegamos a casa y nunca más preguntó” Me contaba una mamá sobre el modo en que su hijo adoptado a los cuatro años sabia de su adopción.
“Eso ya pasó, ahora lo que me preocupa es que no atiende en clase. Está como en el limbo” Me compartía otro papá en consulta.
Ejemplo: 3) Divorcio.
Juan es traído por una valoración de posible depresión infantil. Esta desganado, no juega, no quiere comer ni salir a la calle. Su madre dice: “Yo no se por qué está triste… hacemos muchas cosas para que él se sienta bien. Vamos a comer juntos con su padre. Su padre se queda en casa hasta que él se duerme para que no se enteré de que ya no vive aquí. Yo le plancho la ropa aún a mi ex marido para disimular. Nada ha cambiado para él desde nuestra separación. Él no sabe nada. ¿Para qué preocuparlo si nos llevamos muy bien entre su papá y yo?”
Ejemplo: 4) Pérdida de un ser querido.
Andrea en su primer entrevista dibuja un cohete. Me cuenta que a ella le gustaría pedirle uno a los reyes para poder visitar a su abuelo Juan. “Mamá me dijo que está en el cielo y yo lo quiero ir a buscar o llevarle su chaqueta que se olvidó, debe tener frío ahí arriba. No le digas a mi mamá de Juan porque llora.”
Ejemplo: 5) Enfermedad.
Marcos consulta por uno de sus hijos que tiene un pésimo rendimiento escolar después de ser un alumno brillante en cursos anteriores. Al hablar de su pareja, se desarma en llanto sin poder hablar y me dice que lleva tres meses en el hospital por un problema de salud grave. Le digo lo doloroso que debe ser para él esta situación que vive estando a cargo de sus dos pequeños.
Pregunto sobre cómo llevan los niños la ausencia de su mamá y la incertidumbre de su pronóstico. “Ellos creen que está de viaje. A veces pregunta el más grande (8 años por el que consulta) cuando vuelve su mamá. Yo le digo que pronto, ¿Qué le voy a decir?… luego se distrae y se le pasa. El pequeño (8 meses) no se entera. Yo creo que le da igual, y el mayor sigue con sus juegos de play.”
Ejemplo: 6) Pérdida de un progenitor.
María una adolescente muy inteligente viene a consulta por no entender algunas cosas que le suceden. Su etapa evolutiva la llevan a preguntar por sus orígenes en un intento constitutivo de su identidad. Allí empieza a insistir en su dificultad de hablar con su madre de lo ocurrido a su papá cuando estaba ella a punto de nacer.
“Lo ocurrido” desconocido y presente insiste una y otra vez… desde ese no saber que la angustia y esa verdad sobre su historia que le es arrebatado. Aquí es desde ella y su necesidad de verdad donde se inicia el camino de búsqueda de palabras a lo innombrable familiar que siempre ha sentido vetado para ella. Cargando su sufrimiento para evitar el mal momento que a su mamá le pueda provocar.
Ejemplo: 7) Maternidad en solitario.
Ana una gran profesional llega pidiendo ayuda luego de sufrir un ataque de ansiedad al dejar a su hijo en el colegio de infantil. Termina la etapa de adaptación escolar con una gran angustia que le impide realizar muchas de sus actividades cotidianas. Me dice: “¿Cómo me pasa esto a mí? Siempre fui muy autónoma y resolutiva. Cada reto que me he propuesto lo he conseguido, soy reconocida en mi profesión, tengo una buena posición económica, una familia ejemplar, buena salud. Ahora con Alejando (su nene de tres años y medio) no se que me pasa. Tengo miedos, pienso cosas raras… nunca pensé que llegara a estar así, ¿Quién cuidará de él? Sabe, yo lo tuve por tratamiento y para mí nunca fue un tema tabú, toda mi familia sabia de mi decisión y me apoyaron.
Pero es que ahora… viendo los padres en el cole… ya me ha preguntado ¿Dónde está su papá? Y se me ha echo un nudo la garganta. ¡A mí que nadie me ha callado nunca!, no pude articular palabra, yo que tengo carácter y todos me conocen por mi capacidad de resolución. No pensé que este momento llegara así”.
Ejemplo: 8 ) Sexualidad.
Juan llega a la consulta y enseguida me comunica que él ya es mayor y que sabe las cosas que hay que saber. Yo lo escucho a ver a qué se refiere, ¿Cómo se meten goles?, ¿Qué hay que hacer para trepar un árbol? pienso mientras escucho su relato… pues no. Juan: ¡Yo se que mamá cuando se va a la cama con papá hacen bebés! y me remata ¿Tú lo sabías? Muchos Juan y Juana pasan por la consulta con sus conocimientos, sus teorías de la sexualidad características de cada etapa evolutiva y no necesariamente la información con la que entendemos los adultos. En el caso de éste Juan el kit de la cuestión pasaba por compartir cama y el lado que ocupaban cada miembro de la pareja. ¿De no haberlo escuchado uno hubiera estado dándole vueltas a como llamar a los espermatozoides no? Pero tal vez Juan no pregunta, más bien necesita ser escuchado en su teoría -su verdad- del nacimiento.
¿Que decir?, ¿Qué no decir? Desde el descubrimiento de la sexualidad infantil por Sigmund Freud, no deja de ser un tema incomodo, molesto aunque innegable en la esencia humana. A veces se puede preferir delegar a otros, que los niños lo «aprendan» en el cole. Es que esto de la sexualidad y lo todo lo que implica en el intercambio amoroso y afectivo entre las personas puede no ser fácil de pensar de una manera más amplia que la idea de genitalidad y mero acto sexual.
Con la sexualidad se da la paradoja de intentar no tener presente la sexualidad infantil junto al gran número de abusos sexuales perpetuados a niños en su temprana infancia, los que muchas veces suelen llevarse a cabo por personas de la familia o del entorno cercano. Niños que no reaccionan como un adulto ante una violación, ya que a diferencia del adulto no tiene muy claro que es un acto dañino y delictivo. Para los niños suele confundirse ya que muchas veces proviene de un adulto que a la vez le cuida y se ocupa de él, en donde el lenguaje del afecto y el sexual se confunden para el niño. Y algunos adultos poniéndose en lugar infantil pero con sexualidad adulta le sacan provecho excusándose «ella me sedujo» (en relación a una niña de cuatro años). Nunca un niño seduce para ser violado, nunca. Lo que un niño busca es ser amado y atendido. Algunas conductas de los adultos pueden ser vistas -desde la mirada de un niño- como manifestaciones de cariño y años más tarde siendo ya mayores comprender el significado mucho más amplio de lo que ciertas conductas representaban. Por ello la prevención y la detección son extremadamente complejas y necesarias a la vez. Se me hace profundamente doloroso de transmitir pero por desgracia llegan a consulta más veces de las que nos imaginamos. Hablar de la intimidad de lo que se puede y no se puede y con quién, aunque puede no ser suficiente es fundamental para brindar herramientas protectoras a los niños. Saber que se puede hablar sin escandalizar, que se puede preguntar sin ser juzgado es crucial para un niño con sus personas de referencia.
Escuchar el pedido de ayuda de un niño abusado y mantener la calma, la prudencia en la escucha para entenderlo suele ser de los retos más complejos para los padres o madres al que va dirigido. Los profesionales que trabajamos en Psicología infantil no estamos exentos de una cierta resistencia – a veces total- a creer lo que el niño puede estar mostrando en su juego, en sus dibujos, en sus gestos, en los detalles que nos transmite que nada tienen de la curiosidad sexual infantil sino que se presentan profundamente contaminado con al sexualidad adulta.
¿Por qué es complejo conversar?
Cada una de las viñetas antes mencionadas presenta una dificultad propia. Pero todas requieren de un papá y/o una mamá capaces de conocer a sus hijos y tolerar la angustia que a ellos mismos ciertos temas les provocan, para poder ayudarlos a entender muchos aspectos de la vida, de la muerte, de la sexualidad, de los grandes interrogantes humanos.
A veces en las situaciones mas dolorosas podemos actuar de una manera resolutiva, racional, sin poder pararnos a reflexionar sobre lo beneficioso o perjudicial que pueda serle al niño esta actitud. Hablamos como con prisas, informando un telegrama que parece no tener nada que ver con uno mismo.
Algunas veces podemos tener la sensación de que «todo» está hablado pero el niño sigue necesitando conversar un poco más. Hay que estar alerta a lo que cada niño necesita no puede generalizarse a todos. O podemos tener la sensación de que no hace falta hablar y que con sólo mirarnos nos entendemos. Detrás hay una fantasía de un entendimiento completo que no se da en la comunicación humana. El lenguaje humano y sus expresiones siempre es imperfecto y genera malos entendidos. Entre lo que se quiere decir, lo que se dice, lo que el otro entiende de lo escuchado, tenemos muchas opciones para malos entendidos.
«Nada ni nadie puede impedir que sufran,
Esos locos bajitos. Joan Manuel Serrat
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día nos digan adiós!…»
Otras veces se considera que los niños pequeños no sienten, sufren o registran, como si los niños pequeños no tuvieran percepciones o sensaciones. Desde la psicología sabemos que esto no es así, y que la historia de cada uno se escribe desde el embarazo. Que el niño no disponga de vocabulario para expresarse aún, no significa que no sienta o perciba las emociones. El temor de mamá, el nerviosismo del entorno, el enfado de papá… Como también sufre o disfruta de sus sensaciones corporales.
Conversar tranquilos
Debemos es estar atentos a las necesidades que muestra cada niño, para no perder oportunidades de conversar en tranquilidad e intimidad y hablar con sinceridad aceptando las preguntas que no tienen respuestas. Nadie puede reemplazar el efecto que las palabras de sus padres tienen para el niño. Hay situaciones que no pueden ahorrase, dolores que no pueden ocultarse…pero sí que se puede acompañar a los niños a tramitar sus emociones y comprender lo que les rodea.
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