La función materna desde el Psicoanálisis
Dentro de las denominadas funciones parentales en la crianza de un niño se combinan dos tipos de funciones: función materna y función paterna. Funciones que no necesariamente van ligadas a una persona, ni a un sexo en particular y que se representan sin la necesidad de lazos sanguíneos. De una manera breve se puede describir estas funciones parentales de la siguiente manera:
- La función paterna se define por una presencia discontinua, que representa la ley e introduce el mundo social y profesional. (En este artículo describiré algunos aspectos relacionados con la función materna, encontrará otro sobre la función paterna que le complementa).
- La función materna, que reconforta y cuida, aporta una presencia corporal continua en los primeros años.
¿Por qué hablamos de función y no madres?
«Cuida de mis labios cuida
cuida de mi risa
llévame en tus brazos llévame sin prisa
no maltrates nunca mi fragilidad
pisaré la tierra que tu pisas»
♥ Cuídame. Pedro Guerra y Jorge Drexler
Porque se trata del rol que una persona en relación asimétrica con un niño/a está en disposición de desempeñar. Una función que puede estar presente en todas las modalidades de familias actuales. (Monoparentales, homoparentales, tradicionales, adoptivas, ensambladas, etc.)
Así como la función paterna no va ligada únicamente a un sexo, la función materna tampoco queda en exclusividad de una mamá o de una mujer, tampoco necesariamente a la mamá biológica, un gran número de madres adoptantes representan esta función. Muchos son los hombres (sean heterosexuales u homosexuales) que pueden presentar una capacidad de contención, acogimiento que brinde seguridad al niño al igual que un padre viudo puede ser la figura contenedora necesaria para dar continuidad a las sensaciones experimentadas.
Una mirada psicoanalítica
La función materna no viene dada por los modelos de género, que indican las conductas o los patrones educativos que los padres y madres pueden realizar, sino por un efecto que tienen que ver con funciones estructurantes del psiquismo. Tampoco la función materna, desde el psicoanálisis, puede entenderse como un conglomerado de consejos de puericultura, crianza y educación de los hijos, más allá de que pueda resultar interesante conocer ciertos aspectos que contribuyen en el día a día de la interacción padres e hijos que nos aportan otras disciplinas. Sino que las funciones parentales desde el psicoanálisis tienen que ver con funciones que resultan esenciales para que la constitución psíquica del niño pueda darse.
A su vez, tampoco hace alusión a la cantidad o calidad amorosa de los vínculos, aunque sin duda sin amor mediante es complejo desarrollar una sensibilidad para comprender los indicios comunicativos del bebé recién nacido y para poder contar con una disposición o entrega que requieren las funciones parentales.
¿Cuál es la función materna?
«Cuida de mis sueños cuida de mi vida
cuida a quien te quiere cuida a quien te cuida
no maltrates nunca mi fragilidad
yo seré el abrazo que te alivia»
♥ Cuídame. Pedro Guerra y Jorge Drexler
La función materna es la interacción en sintonía relacional con el bebé que va configurando un afuera acogedor y amable donde el bebé pueda sentirse formando parte del entrono y el entorno adaptado a su necesidad. A través de esta función se va dosificando el encuentro con ese afuera ajeno y extraño del espacio extra corpóreo que experimenta el recién nacido para convertirlo en un encuentro amable y esperanzador.
La necesidad de sostén materno
La psicoanalistaEsther Bick nos dice que: “Cuando el bebé nace, queda en la posición de un astronauta proyectado al espacio exterior sin cápsula espacial (…). El temor predominante del bebé es el de desintegrarse o licuarse. Se lo puede ver en su temblor cuando retiran el pezón de su boca o cuando lo desvisten.” Una clara metáfora que nos permite hacernos una idea del grado de invalidez del niño al nacer y de sus necesidad de sostén físico y emocional más allá de la sus requerimientos de cuidado de orden autoconservativos.
La extrema dependencia del bebé humano al nacer es tal que sin una figura contenedora el lactante no sobrevive. Su condición neurológica de inmadurez hace que el ser humano quede subordinado al otro en una disparidad asimétrica de saber y de poder, y de producciones simbólicas y sexuales. Por eso la función de la madre no consistirá sólo en cubrir las necesidades autoconservativas, de alimentación, aseo, sino de que a través de éstas el bebé podrá ir obteniendo un plus de placer. El modo en que el bebé es sostenido, mirado, tocado, generará en él las primeras representaciones psíquicas que darán lugar a producir los inicios de cualquier simbolización posible.
La lengua materna
La «madre» como función (me referiré de este modo en adelante) es la que interpreta las necesidades del niño, le transmite el código de la lengua de la cultura a la que pertenece y contribuye a la implantación de la sexualidad en el psiquismo incipiente del niño tomando al hijo como objeto de amor a través de sus cuidados corporales. Sexualidad tomada en sentido amplio, no reductible a la genitalidad y tampoco a los ordenamientos de género. Una sexualidad que no se reduce a la autconservación sino que tiene que ver con los órdenes del placer. «Una sexualidad presubjetiva que en los inicios no está definida por una posición del sujeto sino que captura, de distintos modos, diferentes formas de representaciones deseantes y de los investimentos del mundo». (Bleichmar)
Función materna gestacional
Si bien se trata de una función, podemos ver como se va gestando este sostén emocional que permitirá al niño constituirse como sujeto humano desde antes de nacer, cuando surge el deseo mismo de hijo -diferenciado del deseo de maternidad- y luego durante el transcurso del embarazo. Y una vez nacido el niño, en el contacto piel a piel y encuentro emocional de la lactancia darán la oportunidad de proporcionarle la experiencia de mayor intimidad y las primeras vivencias de satisfacción.
Por eso en la función materna su lugar es privilegiado para acompañar al niño en el recorrido relacional con el mundo que le rodea, pero no en todos los casos es posible y eso no significa que sea sinónimo de complicaciones en el niño. Nos encontramos con casos en donde la función materna, como figura repetida de sostén y apego, crucial para que el desarrollo psíquico, puede ser ejercida por otras personas, padre, madre adoptante, abuela.
No sólo de leche se alimenta el bebé
Su madre en sus vocalizaciones, miradas, con su aroma, su caricias entre lo autoconservativo y el mundo, introduce el placer en sistemas representacionales. El bebé no sólo se nutre con leche, sino con todo lo que acompaña a la alimentación, la voz de su madre, la sensación de piel a piel que le calma y le sostiene. En el baño, al cambiarlo, se da un encuentro de miradas, de gestos, de palabras, de sensaciones que su madre va despertando en él, experimentando una manera de ser sostenido o no, con firmeza o incomodidad, acunado o arullado. Estas primeras sensaciones darán lugar al desarrollo de sus primeras zonas erógenas, en donde lo psíquico se apuntala en lo biológico, lugares en donde se instituirán los modos de intercambio libidinal con un otro.
Todo lo que el niño recibe luego lo irá transformando y podrá él comenzar a producir algo nuevo. Cada niño procesará estás inscripciones de un modo singular, pero para su supervivencia será crucial contar con alguien capaz de desarrollar esta función primaria lo mejor que buenamente pueda.