Familia ¿Qué ha cambiado y qué perdura?
Nadie duda del lugar trascendental que la familia tiene para el ser humano. Familias distintas en forma, pero que pueden ser iguales en efecto. Familias en donde se jugarán muchos de los aspectos que afectarán nuestra manera de ver el mundo, desenvolvernos en él y relacionarnos con los demás en la vida adulta.
Diversidad de familias
La familia ya no tiene una única organización y ha ido desarrollándose movida por personas deseosas de armar un lugar de vínculos primarios. La composición madre, padre e hijo o hijos, denominada familia tradicional ha sido el modelo familiar habitual y de referencia para muchos historiadores, psicólogos, filósofos. Dando lugar a todo tipo de prejuicios y complicaciones, cuando no era este el caso, porque familias diversas han existido siempre.
Hemos contado con familias extensas, en donde el rol y cuidado era asumido por tíos y/o abuelos. Que muchas veces han dando lugar a sesiones
intrafamiliares de algún niño, por enfermedad, traslado u organización del hogar.
Luego fueron ganando visibilidad las familias adoptivas, acogentes, separadas, monoarentales, ensambladas (en donde cada miembro de la pareja aporta hijos de una anterior pareja). Y las familias sin hijos, antiguamente ligadas a infertilidad, cada vez más reconocidas también como expresión de deseo.
Con los avances de la ciencia, nos encontramos actualmente con una amalgama de nuevas familias,
Neofamilias, que hace unas décadas parecían de ciencia ficción. Las nuevas técnicas de fertilidad han separado la parentalidad de la sexualidad, como tiempo antes distanciaron los anticonceptivos a la sexualidad de la parentalidad. Parejas o personas solas – de cualquier identidad de género – que recurren a la subrogación de vientres, donación de óvulos y/o esperma y demás técnicas, en donde, la constitución de una pareja afectiva heterosexual dejó de ser el único elemento fundamental para engendrar un hijo.
La importancia de la familia
“Cuando mis hijos eran pequeños solía jugar a un juego con ellos. Le daba una ramita a cada uno, una ramita pequeña… y les decía: ¡rompédla! podían hacerlo, es muy fácil. Luego les decía: atadlas todas juntas y tratar de rompédlas. No podían. Entonces les decía, esas ramas juntas, es la familia.”
Extracto de «Una historia verdadera» David Lynch
Sigmund Freud puso de relieve la importancia de las primeras relaciones de sostén, cuidado y amor para el desarrollo pleno del ser humano, roles que perduran con plena vigencia. Relaciones que se dan en la intimidad del núcleo familiar y que forman parte de la historia infantil, a la que de algún modo, remiten las futuras desdichas, duelos y síntomas de la adultez.
La familia desarrolla un rol trascendental en el establecimiento de los vínculos primarios que permiten entender el desarrollo normal y patológico de niños, adolescentes y adultos. Desempeña un papel central en la constitución subjetiva, mediada por las identificaciones con los padres, la relación de los padres entre sí, y el papel desempeñado por cada miembro de la familia dentro de una red de interrelaciones inconscientes, más allá del ambiente.
En donde, «la capacidad para el amor, para el desarrollo adecuado de la sexualidad, para la creatividad, para la vida, en definitiva, de los seres humanos, así como muchas de sus dificultades para desarrollar de forma satisfactoria las distintas etapas de la vida, de la infancia y de la adolescencia, para afrontar las distintas frustraciones, separaciones, duelos, adquieren un nuevo significado, una mayor clarividencia y comprensión a la luz de las primeras relaciones». Muñoz de la Cruz, M.L. (2015)
Aspectos que perduran
Mucho han cambiado los modelos de familia, como productos culturales que son, pero en ellas permanece inalteradas sus funciones parentales de sostén y amparo, satisfacción de la pulsión sexual y de sus derivados, educación y estructuración psíquica, aprendizaje de roles a través de la identificación y espacio de transmisión de valores.
En ellas perduran las relaciones de alianza – no ya como matrimonio – entendidas como que nadie que tenga un niño puede estar aislado del resto del mundo con el cual establece la crianza, sea una mujer, un hombre, la escuela, la ley social. Y en segundo lugar, las relaciones de filiación (adulto/niño). En donde lo que se mantiene es la asimetría insoslayable, que se caracteriza por la disparidad de saber y poder, y por la discrepancia de posibilidades entre uno y otro, y la prohibición también entre el adulto y el niño.
«…Más allá de la mamá, el papá, lo homo, lo hétero, lo que es antropológico, universal en la constitución psíquica, es esta asimetría y el hecho de que todas las culturas deben ejercer algún tipo de pautación que impida la apropiación del cuerpo del niño por parte del adulto como objeto de goce.» Silvia Bleichmar
En todo caso, los factores externos de las familias (matrimonio, heterosexualidad o deseo manifiesto de hijo), no garantizarán el buen desempeño de las capacidades parentales. Sino, que éstas funciones vendrán ligadas más bien, de la salud mental de las personas que ejercen la función de progenitores ya sea en forma conjunta o monoparental.
Bibliografía de referencia:
Bleichmar, S. (1999) «Entre la producción de subjetividad y la constitución del psiquismo». Revista Ateneo Psicoanalítico «Subjetividad y propuestas identificatorias», Nº 2, Buenos Aires, 1999.
Muñoz de la Cruz, M.L. (2015) «Padres e Hijos». Cap 7. Cine & Psicoanálisis. Ed. Colegio Mayor Universitario Isabel de España.
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