Las funciones de los padres en el desarrollo psíquico de los hijos
La familia en crisis
«Esos loco bajito que se incorporan
Joan Manuel Serrat. Esos locos bajitos. En tránsito. (1981)
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, hay que domesticar…»
Francoise Dolto pionera del psicoanálisis de niños en Francia insistía ya en 1961 en la crisis por la que atravesaba la familia. Con esto hacía hincapié a la pérdida de puntos de referencia, en donde los padres no tienen nada de prestigiosos a los ojos de sus hijos, y toda manifestación de autoridad tiende a percibirse como autoritarismo. En donde el espacio de lo familiar parece no tener ya nada de íntimo, tendiendo a delegar algunas de las funciones parentales.
Modelos de identificación
«Nos empeñamos en dirigir sus vidas
Joan Manuel Serrat . Esos locos bajitos. En transito. (1981)
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada y en cada canción…»
La apertura de la familia al mundo, el lugar que ocupa la televisión, el Internet -con sus miles de informaciones y de personajes al que la familia tiene acceso a diario- pueden tomarse en situaciones como modelos, en donde, las funciones fundamentales que los padres deben cumplir en la familia y en al sociedad se encuentran distorsionadas.
Muchos de estos personajes mediáticos se muestran más que como padres como amigos, como colegas de sus propios hijos. Y no me remito, al echo de poder tener confianza y buena comunicación con los hijos, a respetarse y tener en cuenta las individualidades, aspectos importantes en la familia, sino a la falta muchas veces de esa discriminación de la asimetría que un padre representa para un hijo.
Distintas miradas sobre la parentalidad
La confusión tiene tal calibre que algunos profesionales nos proponen acuerdos para firmar entre padres e hijos por el uso del móvil, como si ambas partes estuviesen capaces de igual control de sus impulsos, confundiendo a niños en desarrollo con adultos en miniatura. Desde esta mirada las funciones parentales quedan relegadas a meros legisladores.
En algunas ocasiones se espera que sea el propio niño, el que cuando se encuentre en condiciones decida: destetarse, mudarse de cama, ordenar, dejar el pañal, por nombrar algunas cosas. Desde esta mirada las funciones parentales quedan relegadas a una mera espera paciente a que el niño sea capaz de conseguir por el mero hecho de crecer biológicamente como si de una destreza natural se tratase.
Parece que aquellos padres tan claramente definidos por Joan Manuel Serrat, aquellos que organizan los horarios, que domestican por el bien del niño, que transmiten las costumbres y cuentan cuentos que alcanzan para dormir, no tienen mucho sitio en la programación actual.
Fuciones de los padres en familias diversas
Mas allá de las conmociones sociales y diversidad de familias existentes en la actualidad, sigue siendo fundamental que los padres desempeñen sus funciones satisfactoriamente para el crecimiento y desarrollo de la cría humana.
Me refiero al desempeño de funciones de sostén, amparo, cuidado, educación, estructuración psíquica, aprendizaje de hábitos elementales de salud, limpieza y alimentación, el aprendizaje de roles a través de la identifcación, espacio de transmisión de valores, etc.
Funciones que no vienen garantizadas por los lazos sanguíneos ni reconocimientos filiatorios. sino que se construyen y desarrollan en ese encuentro íntimo, único de crianza y educación que se genera entre cada padre y/o madre (o quien hace las veces) con cada hijo.
Funciones parentales
Las funciones parentales entendidas desde la mirada de Paul Claude Racamier en 1961 incluyen las llamadas función materna o de sostén y función paterna o de terceridad de manera alternada, compartidas o fijas. Función que comienza en la concepción y el nacimiento de los hijos, uno hace al otro, nacen juntos simbólicamente.
En un principio, los hijos vivencian a los padres, como una unidad internalizada, mucho más compleja que la sumatoria de un papá y una mamá. Funciones que requerirán adaptaciones progresivas durante el desarrollo del infante.
Que no van ligadas a un único sexo. Funciones no necesariamente encarnada o representada por un sujeto masculino o femenino, ni siempre por la misma persona. De hecho pueden alternarse, entrecruzarse y complementarse estas funciones. Funciones que pueden cumplir en parte un educador, un padre adoptivo, una abuela tutora, es decir, el conjunto de personas que ayudan a un niño a ser sujeto de si mismo.
La función paterna, caracterizada por una presencia discontinua, que representa la ley y le introduce en el mundo social y profesional. Y la función materna que reconforta y cuida, que aporta una presencia corporal continua en tierna edad, y que constituye el objeto de deseo de los niños.
La ley como límite contenedor
En nuestra época de crisis permanente e incertidumbre, resulta más importante que nunca, recordar el papel crucial de las leyes que los padres están obligados a transmitir según Francoise Doltó:
- Las destinadas a proteger al niño, y que desaparecen a medida que éste va creciendo. Se trata en general de prohibiciones enunciadas en el seno de la familia y sus prolongaciones naturales. (La niñera, la maestra)
- Las que sobrepasan el ámbito de la familia y provienen de la colectividad de la que el niño y su familia forman parte. Por ejemplo, la obligación escolar y la prohibición a robar.
Es esencial que los castigos previstos sean administrados, no sólo para hacer respetar la ley, sino también por el bien del niño, pues una infracción que no es sancionada deja a éste entregado a su culpabilidad. Lo que significa igualmente que los padres jamás deben de tratar de preservar a su hijo de las sanciones de que es objeto. (En al escuela, por ejemplo)
Padres responsables vs. padres culpables
No existen padres buenos o malos ni culpables, sino padres responsables que se equivocan, se enjuician y se cuestionan, se comprometen con las situaciones de sus hijos. Ser padre no es una profesión. No basta con formarse o informarse para adquirir competencias de progenitor. Ayuda, pero no es suficiente.
Consultar al psicólogo de niños a tiempo puede ser fundamental para disminuir los riesgos para el desarrollo adecuado de los niños y el bienestar familiar.
Ser padre demanda realizar un gran número de ajustes en la vida en general, desde el espacio físico que debe reacomodarse para que ese niño que viene tenga lugar, como el espacio afectivo que ese niño va a demandar en la familia. Una demanda de atención, de compañía, de cuidado, de seguridad, de contención y de presencia. La implicación con respecto al niño es demasiado viva para no despertar todas las resonancias inconscientes, así como al niño que uno mismo fue. Aparecen recuerdos, anécdotas de la infancia, de los propios padres. Aspectos que el psicólogo de niños puede ayudar a reconocer y ser tenidas en cuenta para poder ver el efecto que generan en la manera de relacionarse con los niños, en especial frente a las dificultades que muchas veces atraviesan las familias.
Ser padre
Ser padre significa avanzar con intuición y, en consecuencia, ser capaz de confiar en uno mismo y al mismo tiempo ponerse en tela de juicio. Del mismo modo, que como niño, a sabido enjuiciar a sus propios padres. Se trata de que los padres eduquen a sus hijos a riesgo de desagradarles. El objetivo fundamental de la educación de un niño es conseguir que llegue a ser autónomo, sujeto de si mismo, y en consecuencia, hay que dejarle tan libre como sea posible según su edad, sin imponerles reglas superfluas. Lo que no debe entenderse como “hacer lo que le de la gana” él también debe aprender siendo responsable de lo que él realiza y sus consecuencias. Las positivas que reconfortan e incrementan la autoestima y las negativas que cuestionan y mueven a reflexionar y crecer.
Hagan lo que hagan los padres, su educación siempre es mala a ojos de sus hijos. Sólo deben preocuparse en caso de que el niño los encuentre perfectos. Como mínimo, tal sumisión es señal de que no le han permitido desarrollar el espíritu crítico que resulta imprescindible para conquistar la autonomía.
Del mismo modo, agotarse en demostrar al niño que uno tiene razón supone querer dominarle a fin de estar en paz con la propia conciencia. Es preciso poder aceptar este echo sin culpabilidad: a ojos de niño, el progenitor se equivoca la mayor parte del tiempo.
Cada padre hace lo que puede: no tiene por qué representar un papel mágico, con el pretexto de tranquilizar a su hijo, declarándose infalible; no lo sabe todo ni lo puede todo, y debe ser capaz de decirlo.
¿Padres ideales?
El ideal no pertenece a este mundo, aun cuando los padres fuesen ejemplares, su hijo podría presentar de todos modos, en un momento u otro de su desarrollo, dificultades que pueden ser causas de inquietud en la familia. Siempre hay épocas difíciles de pasar, y aceptar como padres que es imposible evitar todo sufrimiento a los niños es una tarea muchas veces de gran dificultad. Animarse a pedir ayuda al psicólogo infantil cuando el sufrimiento familiar o del niño es grande es un gran paso para contribuir al bienestar de la familia y al conocimiento personal que lleva a una aceptación de las propias limitaciones de cada uno en relación a la crianza.
Bibliografia: Francoise Dolto. «Seminario de Psicoanálisis de niños».