¡No te pongas así, que le transmites al bebé! – La salud mental materna
La preocupación sobre el estado de salud mental materna durante la gestación, el parto y el postparto está cobrando mayor reconocimiento en el mundo. La OMS viene desarrollado un plan de prevención y promoción de la salud mental de la mujer debido a las dimensión que este problemática representa.
Según la OMS, 1 de cada 6 mujeres puede experimentar algún trastorno psicológico durante el embarazo o el postparto lo que puede tener importantes consecuencias para ella, el bebé, la familia cercana y la sociedad en general. Los trastornos que afectan a las mujeres con independencia de la edad, nivel económico, cultural y etnia; son: trastorno ansioso o del estado de ánimo, trastorno depresivo, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno bipolar o psicosis posparto.
Ante esta situación, la sociedad en general y los profesionales del ámbito de la salud en particular, estamos convocados a dar visibilidad a esta problemática y brindar ayuda a todas aquellas mujeres que sufren y que muchas veces no cuentan con espacios en donde ser comprendidas y escuchadas en su sufrimiento.
Un torbellino emocional llamado embarazo
El embarazo es un torbellino emocional y corporal en la vida de toda mujer. También puede afectar a la pareja, pero es evidente la mayor implicación de la mujer. Son frecuentes ciertos cambios en el estado de ánimo, afectaciones del sueño y la alimentación, aumento de preocupaciones y/o nivel de ansiedad, sin que pensemos en la presencia de ninguna patología.
Esperar un bebé implica una cierta reacomodación mental de la madre. Una preparación que va en paralelo a la adecuación del espacio físico del que dispondrá el niño. Las fantasías respecto al bebé y al futuro rol cobran una gran relevancia, se experimentan sensaciones novedosas que pueden ser desconcertantes y/o gratificantes. La gestación da la posibilidad de ir poco a poco haciéndose a la idea de lo que se aproxima y permite que se elaboren aspectos que la maternidad convoca en cada mujer marcada por historia singular.
El embarazo ¿feliz?
En muchos momentos si, en algún trimestre más que en otro, pero a veces no y puede ser muy complejo para una mujer reconocer y hablar abiertamente de ello. De sus contradicciones, de que su gran deseo tan ansiado pueda provocarle tristeza a la vez. De la mezcla de anhelos y temores que pueden estar experimentando. Estas contradicciones si bien son normales, a veces pueden cobrar gran intensidad generando cierro desconcierto en la mujer.
Puede ocurrir que el embarazo de lugar a preocupaciones repetitivas, niveles altos de estrés, ansiedad, irritabilidad, nerviosismo, tristeza, desmotivación, enfado, rechazo a la situación de embarazo o al bebé. Algunas de estas mujeres que se animan a compartir éstas preocupaciones suelen recibir recomendaciones del estilo: «¡No te pongas así que le transmites al bebé!, ¡Tienes que estar bien!, ¡Debes ser positiva!
A pesar de las buenas intenciones con las que se transmiten este tipo de consejos, lejos del efecto deseado, pueden incrementar el malestar y la culpa en la futura madres, ante situaciones que exceden a su control. Pedirle a una mamá con ansiedad que se calme, o a quién está deprimida que no se ponga triste, es tan inútil como improbable sin una valoración y ayuda profesional.
El imperativo de ser positivos y conseguir la felicidad -a cualquier precio y circunstancia- y la idealización de la maternidad como plenitud emocional en la sociedad actual, se presentan como exigencias inamovibles (¿inamovibles?) también en la maternidad.
Si bien es cierto que esos estados se transmiten de madre a hijo -y se conocen diversos mecanismos en los que las emociones de la mamá generan ciertos efectos en su bebé gestante- esta indicación no ayuda en sí misma si no va acompañada de una ayuda psicoterapéutica especializada.
¿El hijo reparador?
La creencia de que la llegada de un hijo pueda traer la calma y felicidad a una mamá que se siente sola, apesadumbrada y vacía; se ajusta poco a la realidad y suele provocar todo tipo de estragos en el desarrollo psíquico de los niños. En los peores pronósticos las consecuencias puede ser nefastas derivando en diversos grados de desamparo psíquico y real del niño. En el escenario más graves nos encontramos con los casos de parricidio y/o suicido, que tanto nos desconciertan cuando oímos en los medios de comunicación.
Ningún niño puede ser reparador de la salud mental materna. Ser ubicado en ese lugar, suele generar en el menor gran desolación, cuando justamente requieren ser protegidos y cuidados. Un niño para desarrollarse necesita ser aceptado en su individualidad, como sujeto con deseo propio. Cosificar a un niño, convertirlo casi que en «animal de compañía, osito de peluche o pañuelo quita penas» implica privarlo de su lugar de niño y exponerlo a unas expectativas inasumibles que no aportan más que frustración en el niño y menoscaban sus capacidades.
¿Una ayuda para la mamá o una ayuda para el bebé?
¿Pueden separarse? Winnicott decía que “El bebé no existe sin su mamá” ya que el bebé sólo existe inmerso en una relación con su madre. Y, en esta relación inicial de fusión psíquica y emocional, el recién nacido permanecerá, hasta que gradualmente va pudiendo tener sus propias herramientas para desenvolverse en el mundo. Hablamos de una profunda relación entre la madre y su bebé que excede a la mera transmisión biológica durante la gestación ampliamente estudiada (por ejemplo los efectos de la alteración del ritmo cardíaco o de ciertas hormonas o del sistema inmunitario).
En el parto el bebé ha experimentado la separación corporal respecto a su mamá, la separación emocional psíquica -a consecuencia del desvalimiento del bebé humano- requerirá todo un desarrollo posterior a la par de la maduración neuronal y el desarrollo biológico, psicomotor y cognitivo.
Por lo cual, protegiendo el bienestar materno, velamos también por el futuro desarrollo psíquico y físico del recién nacido. La capacidad del bebé para relacionarse y establecer vínculos afectivos futuros dependerá en gran medida de como se establezca el primer vínculo con su mamá, su primer «figura de apego», dirá el psicoanalista John Bowlby. Será a través de ella como el niño obtendrá sus primeras impresiones del mundo.
Estar internamente sostenida para poder sostener
Si bien esas primeras impresiones pueden ir variando, en el caso del bebé moldearán toda una manera de sentirse en la inmensidad que representa el espacio desconocido extracorpóreo a la madre. Sensaciones de ser contenidos y sostenidos emocional y físicamente con seguridad contribuirán a experimentar el mundo (todo lo que no es él) como más amable y menos amenazante. Cuanto más gratificantes sean esas primeras vivencias más interés y deseo por conocer, explorar, aprender y vincularse despertarán en el niño a posteriori.
Una mamá que no consigue calmar el llanto de su bebé, que se cuestiona en su capacidad materna, puede entrar en un espiral de incremento de angustia; en donde, cuanto más se angustia menos consigue contener a su bebé y él más llorará, incrementando aún más su desesperación. En cambio, una mamá que de manera repetida va viendo a su bebé que queda satisfecho luego del pecho, que puede calmarlo, que duerme profundamente, refuerza su espiral de seguridad, que la refuerzan como madre y a la vez el bebé se enriquece de esa templanza materna.
La intervención precisa en el momento oportuno puede contribuir a reducir la desesperación materna y propiciar una mayor confianza en ella para promover espacios de encuentro madre-bebé más gratificantes y placenteros para ambos.
Como afecta la salud mental materna
La salud mental materna tiene numerosos efectos para la madre y para el bebé. Pero el aspecto que me parece de mayor trascendencia, es la gran influencia que tiene en ese primer tiempo de encuentro y conocimiento entre mamá y y su recién nacido. Según sea propiciará o no, el que se pueda establecerse de la manera más sincera, profunda e íntima posible. Una mamá deprimida puede no encontrarse en condiciones de soportar la espera, el no saber, no conocer de ese bebé aún por descubrir. Algunas dificulades mentales pueden entorpecer la discriminación de los estados mentales propios a los del bebé. Para poder dedicarse de este modo va a necesitar de una cierta tranquilidad interna, de energías puestas en ello, aspectos que en muchas alternaciones mentales se pueden ver profundamente afectadas.
No me refiero a los afectos, querer o no querer al bebé; tampoco hago alusión a las necesidades puramente fisiológicas del bebé, aspectos igualmente cruciales; sino al mundo psíquico que comparte la mamá con su bebé. El psiquismo, al igual que el cuerpo, debe transcurrir sus etapas de desarrollo para que ese bebé se constituya en un sujeto autónomo con deseo propio.
La ayuda profesional
La ayuda psicológica a las futuras madres es una actividad profiláctica esencial. Aunque no se trate de madres que presentan necesariamente algún trastorno, muchas son las situaciones que pueden afectar este primer momento vincular constituyente. Madres que arrastran duelos sin elaborar (pérdidas, migraciones, abortos anteriores…), que viven situaciones críticas de enfermedad grave personal o de un ser querido cercano, que acaban de atravesar un cambio en sus vidas como una ruptura de pareja, que han sufrido recientemente alguna situación traumática son algunos ejemplos de las madres más expuestas a presentar algún tipo de malestar en el postparto.
Si estas buscando un embarazo o realizando algún tratamiento de fertilidad, has tenido una pérdida recientemente (ser querido, gestacional, sentimental), estás embarazada o recientemente has dado a luz y te preocupan estos temas o te has sentido identificada en algún aspecto y sientes que te sobrepasan ciertas situaciones, no dejes de acercarte al profesional de la salud mental de tu confianza, hay un gran número de profesionales especializados en psicología perinataldispuestos a buscar el mejor modo de ayudarte.